18 sept 2011

   AUTOBIOGRAFÍA

Han pasado ya veinte años de mi vida en los cuales  he tenido la oportunidad de vivir experiencias que de alguna manera han ido fortaleciendo  mi formación tanto personal como intelectual. Podría decir que recuerdo los momentos más significativos de mi primera infancia y que había olvidado ya muchas cosas de aquella época que con ayuda de mi mamá he podido recordar.

Nací el 22 de enero del año de 1991 en la clínica Comuneros de Bucaramanga Santander ; para mis padres fui su primera hija, aunque tenían entre 22 y 24 años de edad ya se encontraban casados y muy felices con mi nacimiento. Cuenta mi mamá que durante el parto sufrió mucho;pues dio con un médico irresponsable que llegó ebrio y sin la necesidad de hacerle cesárea decidió realizarla para  salir rápido de esto; a partir de ese momento el estado de salud de mi mamá se complicó , pues la herida de un momento a otro se le infectó y alcanzó a tener síntomas de peritonitis. Por tal razón a mis cuatro días de nacida mi papá decidió que lo más conveniente era llevarme a  casa de mi abuela para que se encargara  de cuidarme durante el  mes en el que permaneció hospitalizada mi mamá; debido a la ausencia materna me empezaron a alimentar con leche en polvo.



Cuenta mi mamá que fui una niña muy apegada a ella, comencé a caminar cuando tenía un año, adoraba las coladas y papillas de frutas; como en ese momento era hija única me acostumbré a ser un poco egoísta, hecho que se reflejó en el momento en que nació mi hermana llamada Alejandra. Puedo recordar que cuando tenía 2 años  mi mamá tuvo a mi hermana; motivo por el cual mis padres estaban muy preocupados por la manera en que yo iba a tomar la noticia, es así como decidieron que lo mejor sería comprar dos muñecas; una para que cuando yo fuera al hospital a conocer a mi hermana pensara que ella me la había traído de regalo y otra que yo le regalaría por haber llegado a nuestra casa, esto con el fin de que yo no me sintiera triste y desplazada.



Puedo recordar claramente que a mis cuatro años  mi mamá empezó a enseñarme algunas vocales y a contar por medio de arvejas, lentejuelas, lentejas etc  y a realizar mis primeros trazos que con gran emoción y facilidad realizaba. Mis padres consideraron que lo más adecuado sería llevarme a un jardín infantil para que fuera avanzando en mi proceso de aprendizaje. Esta situación fue desfavorable, pues el ideal que yo me hice de este tipo de sitios fue negativo porque era tanta la sobreprotección que me dieron mis papás que lo último que quería era que me dejaran sola en el jardín; este proceso fue bastante largo allí influyeron profesores que me trataban de inculcar lo agradable que podía llegar a ser el encuentro con otros niños de mi edad que con los que a demás de compartir mis experiencias podría ir mejorando mi proceso educativo. Mis padres se cansaron de luchar conmigo,  y pensaron que durante ese año no me mandarían a ningún jardín. 


Cumplidos los cinco años mi papá intentó llevarme a otro jardín que se encontraba en Piedecuesta  llamado Materno Infantil y pensó que tal vez  con la compañía de una prima mayor me sentiría quizás segura y lograría adaptarme al ambiente escolar. Esta opción fue bastante negativa porque lo único que hacía era llorar y llorar sin dejar de sentirme abandonada, esta situación hizo que la misma psicorientadora del instituto hablara con mis padres y les aconsejara que no podían dejar pasar más tiempo y que  a más tardar cuando cumpliera mis seis años yo ya debería estar adaptada al colegio así fuera de mi agrado o no. Llegó el momento y yo ya era una niña con seis años lo suficientemente capaz  para  lograr ingresar a la escuela, en esta etapa mi mamá tuvo que hacerse la ciega prácticamente y obligatoriamente dejarme en un colegio llamado Colegio Suramericano.




Durante este año y con un procedimiento de mucha paciencia tanto mis profesores como mis padres lograron que por fin me acostumbrara a vivir en un ambiente colegial, es así como puedo hablar del inicio de mi proceso de aprendizaje. Recuerdo con mucho cariño mi profesora de primero primaria,  llamada María, era una maestra con mucha vocación que me acompañó durante todo ese año a desarrollar habilidades necesarias para desenvolverme como persona .El resto de mi primaria fue guiado por una profesora llama Rubí a quién le debo mucho por el hecho de haberme enseñado a leer, pues el truco de ella era llevar  una cartilla, Coquito, que contenía una serie de imágenes que lo remitían a uno como estudiante curioso  a deletrear y  adivinar guiado por el dibujo  el término al que se quería llegar. De igual manera recuerdo que nos ponía de tarea a recortar fragmentos de periódicos o revistas de los cuales teníamos que organizar la palabras por sílabas, deletrear y formar una oración que se debía transcribir en el cuaderno de caligrafía donde además de evaluar el proceso de lectura , calificaba la organización y la coherencia de las palabras .Habiendo cumplido con este procedimiento, la profesora iniciaba al menos tres veces por semana la imposición de dictados para mejorar el vocabulario y ortografía. Asi  logré aprender a leer y graduarme en el año 2001  de mi primaria.



Algo que me parece muy importante  recalcar es que durante mi proceso de lectura únicamente las profesoras no fueron las que intervinieron en el proceso de aprendizaje sino que también mi papá desde que yo tenía  cinco años me acostumbró a que  antes de acostarme a dormir   me leía un cuento, hecho que  en mí generaba agrado y motivación para que me siguieran leyendo muchos más.

Mi experiencia de lectura durante la secundaria fue un tanto agradable y desagradable al mismo tiempo; pues en los grados sexto y séptimo puedo decir que fueron maravillosos porque tuve una profesora llamada Amira que me acompañó en los primeros años de bachillerato con una metodología bastante interesante; ya que consistía en leer siete obras pequeñas de distintos escritores de las cuales cada estudiante debía elegir el capítulo que más le llamaba la atención, transcribir con sus propias palabras su contenido y graficar algo concerniente a el mismo; entre estos libros puedo decir que el que más despertó en mí el gusto por la lectura fue una obra bastante graciosa e interesante llamada "El Maestro Ciruela".


De otro modo, puedo recordar que en los grados octavo, noveno ,décimo y once el proceso de lectura se convirtió en algo desagradable para mí; pues la mayoría de los profesores imponían de a dos  libros  de los cuales lo único que les importaba era que dijéramos que ya los habíamos leído porque jamás se dio el espacio para discutir la temática de ellos. La experiencia más desagradable fue con el profesor de filosofía que solicitó  la lectura del libro llamado "El mundo de Sophia", un libro con un gran contenido de páginas que, aunque es bastante interesante la forma en la que se  nos fue impuesta la lectura lo hizo convertirse en el más detestado por todos, ya que el maestro se la pasaba acosándonos para que termináramos de leerlo rápidamente y esto lo único que generó fue el aburrimiento y apatía a la lectura. Finalmente logré graduarme como bachiller académica del Instituto Santa María Goretti en el año 2007.


Más adelante, en el año 2008 ingresé a la Universidad Industrial de Santander, con la expectativa de que quizás se me iba a complicar el proceso de lectura  debido a las  malas bases que traia del colegio; y efectivamente  al ingresar a la UIS puedo asegurar que la experiencia que tuve fue bastante dura; pues como lo dije anteriormente los últimos grados de secundaria hicieron que yo me sintiera un poco desanimada y apática frente a la lectura. En el primer semestre inicie el curso de Taller de lenguaje con el profesor Puno Ardila que maneja un nivel bastante exigente tanto en el proceso de escritura como  de lectura; todo se volvió un caos porque a medida que se fue desarrollando el curso me fui dando cuenta de los grandes vacios que me estaban impidiendo avanzar tanto en la ortografía como en la manera de saber leer correctamente, tantas eran las fallas cometidas que terminé repitiendo la materia. 


A medida que fue pasando el tiempo y  en cada semestre los profesores dejaban lecturas que mucha veces no fueron de mi agrado reconozco que sirvieron de mucho porque en estos momentos me puedo dar cuenta de que aunque no soy perfecta  he mejorado muchísimo en lo concerniente a la ortografía, redacción y el hábito de lectura. En estos momentos, soy una estudiante de  séptimo semestre llena de muchas expectativas, con el ideal de ir mejorando cada vez más  durante mi proceso de aprendizaje, de tal manera que se vaya alimentando tanto de mis experiencias como de mis ideales al  momento de utilizar mi creatividad para poder llegar a desenvolverme y ofrecer un buen proceso formativo como Licenciada en Español y Literatura.